Buscar este blog

sábado, 17 de septiembre de 2011
Después de varios meses en cama, he tenido mucho tiempo para recibir, analizar y decodificar los mensajes que me llegan de otras dimensiones, del más allá. Desde muy chiquita lo deseé con el corazón, lo sabía claramente y lo pedía con el alma. Quería tener superpoderes. Mientras mis amigos utilizaban la capa de Superman, la máscara de Batman y rezaban para que en la repartición no les tocara Robin, yo quería defenderme de mi hermano solo con una patadita de la Mujer Biónica.
Le pedí a mi mamá un lazo de cumpleaños con el que practiqué incansablemente los trucos de la Mujer Maravilla, hasta que descubrí dos años después que esa habilidad se da solo en personas de ojos azules y cinturita de avispa. Perdí las esperanzas.
Pasé por todas las superheroinas, quería ser afrodita y disparar las tetas, quería ser una de las gemelas fantásticas, quería ser cualquiera menos la mamá de José Miel.
Pero fue hace poco, hace apenas un par de días que se dió esta revelación. Me desperté a las 2:45 de la mañana con un montón de frases dando vueltas en mi cabeza y fué en ese momento que descubrí todo. La Pandemia era inminente, infecciosa, expandible de un lado a otro y de gran mortalidad.
"El amor no existe", "odio las parejas felices", "este hp me volvió mierda", " me robó la platica", "se largó a vivir con ella ", "me dijo que estaría conmigo incondicionalmente y me la hizo otra vez".

"¡Te doy un mes para que te vayas de esta casa!... mi amor. ¿ Mi amor?

¿Cuál amor?, ¿ cuál amor? ¿Qué es para ti el amor, que decides patearlo y arrojarlo a la calle?

¿TODOS LOS HOMBRES SON IGUALES?

He aquí la respuesta chicas: SÍ.


Mientras todas pensamos en cómo ser las mejores, las más fuertes, las más sensibles, las más y más, yo-yo más...
Todos se enamoraron de la misma, de la mona del bikini azul, la de Profesión Peligro. Y lo peor es que no les importa que no tenga súper poderes.
A mí este me la hizo, y yo se la hago a esta otra, que se la va a hacer al otro y al otro, hombre con hombre, mujer con mujer, viceversa y en el sentido contrario.
Estamos señores y señoras bajo la amenaza del virus H1N1, así como lo leen, se me manifestó, es una profecía. No es solo manipulación de los laboratorios, es el virus del cerdo, del que vive en el instante, del básico, que es transferible y mortal. Y como en el paseo millonario te hacen la conversa y ¡ zácate! hasta que no quede en esta tierra ni un solo infeliz que crea en el amor.

Aunque corro el riesgo de que mis amigos me digan Pucca por el resto de mis días y al final ya los corazones estén partidos en mil pedazos me atrevo a pedirles que no se dejen engañar, que crean en el amor porque sí existe, es hermoso, lo he visto, lo juro y he llegado a la conclusión que amar es una decisión y que si ya se las hicieron y ya no creen en nada no sean tan hps de contagiar a algún devoto.
Para los que todavía creen...¡FELIZ DÍA DEL AMOR Y LA AMISTAD!
viernes, 16 de septiembre de 2011
Shirley recuerda, ahora sentada frente a la ventana, el color rojo. Aunque ya no sabe si el de su cabeza es la copia exacta de la realidad, tiene una imagen nítida de la belleza del color de la fresa, del relleno de la última paleta que se llevó a la boca.
-Yo no soy vanidosa -dice sin titubeos- mientras la persona que le hace la entrevista piensa en los desproporcionados alcances de la malicia humana
-Yo quiero que se haga justicia, yo quiero que la persona que me quemó la cara pague por lo que hizo... a mí nunca me ha importado mucho la belleza física y tal vez por eso no me siento tan mal. Pero quiero que alguien haga algo -agrega llevándose la mano al cuello para aliviar esa rasquiña que la vuelve loca-. Ahora con su cara quemada, su millón de sonrisas quemadas, su cuello quemado, su pecho quemado y con la marca de un tarro de vitriolo, guarda silencio y recuerda otra vez el color rojo, el color que nunca más verá, ni en las manzanas, ni en las fresas, ni tampoco en la sangre que recorre su cuerpo despojado de sueños.


Mientras Shirley guarda silencio, yo puedo ver el color rojo de su falda y pienso que me encantaría que existiera la ley del Talión en Colombia, ojo por ojo, diente por diente. Y sería aún más fácil que en Irán porque aquí Shirley no vale la mitad de lo que vale su agresor. Los dos ojos de Shirley por los dos ojos de él.
Si ella no puede ver el color rojo, que él no pueda ver ningún maldito color.

sígueme

Con la tecnología de Blogger.