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sábado, 26 de junio de 2010
El día no había transcurrido normalmente, ya le venían pasando cosas desde que se levantó. Pilar se acostaba tarde mirando todos los realitys que le pasaran por su pantalla plana, el del músico que antes era exitoso y ahora un looser, el de los diseñadores, el de los chefs y por supuesto el del mueco con un solo diente que le brilla hasta el infinito y más allá.
Tuvo bastantes pesadillas esa noche, pero a pesar de su mal sueño se levantó para encontrarse con Juana ojos azules, con Juana mala estudiante, con Juana adolescente rebelde, con Juana rumbera, con Juana elegantizada, provocadora y coqueta. La cita era en la carrera séptima con 45, cerca a la universidad y fueron a tomarse algo en "La U", una tiendita de la esquina de la 47 más bien sencilla y con decoración bastante pobre.
-Me siento muy deprimida Juana
-si la sentí un poco aburrida anoche, ¿que pasó?
-no sé, lo de Tomás me ha dado muy duro
-pues claro, lo quiere porque la trata mal, ¡no ve que las mujeres somos así de brutas!
-no, no es eso.
-¿y es que el man es un polvazo?
-yo que sé, no tengo ni idea
-¿como así? No me diga que no follaron el día de la comida, ¿ el man no se lo pidió?
-pues...si, pero le dije que no. Pero eso no es lo que me tiene así
-pero lleva cinco meses esperando que el man quiera acostarse con usted y ahora le dice que no, usted no aprovecha las cosas cuando se le presentan
-ya le dije que no es eso. Voy a llamar a mi mamá que se quedó como preocupada
-sí, llámela que debe estar pegada al techo
Pilar sonrió en medio de su tristeza y se acercó al teléfono
-aló
-aló
-¿ma?, quería hablar contigo para que supieras que ya estoy mejor
Pilar cerró su boca y entró en pánico, una mano sucia con enormes uñas apareció encima del teléfono
-deme una moneda
-no tengo nada
-deme una moneda mona, yo se que usted tiene, no sea mentirosa
Pilar pasó saliva con gran dificultad
-no tengo nada, señor que pena
-que me de una moneda, gonorrea, que me la de ya
Pilar empezó a sentir un temblor fuerte en sus manos que pronto se notaría en su voz
-señor no se ponga bravo, vea que no tengo sino los 200 de la llamada
Pilar trató de concentrarse en su llamada hasta que un golpe estalló contra el teléfono público. El personaje tenía un palo en su mano con el que fué dando golpes poco a poco en el teléfono, cada vez mas cerca de Pilar
-usted no entiende ¿no?, que me de todo lo que tenga
pun, un palazo al teléfono, pun... otro, pun... otro y al mismo tiempo un ruido en la garganta del sujeto, ese ruido asqueroso que se oye en la calle, de los seres inmundos y desagradables y que antecede a una baba espesa que todos hemos pisado alguna vez
-¡ay, no!
Pilar lo veía venir, ese ruido de la cafetera encendida anunciaba un escupitajo seguro.
Ahí estaba él lanzándolo al aire con Pilar en la mira y no había nada que hacer, no se podía quitar, la peor ofensa que se le puede hacer a alguien, se la estaban haciendo a ella. Lo que comúnmente se conoce como gargajo había sido lanzado en su cara y parte de la bocina.
-oligarcas de mierda... nunca dan un puto peso estos hijueputas, ¡pirovos! ¡que se pudran estos perros!
Juana se levantó de la silla, pagó la cuenta y se llevó a Pilar pelo oscuro, Pilar solitaria, Pilar buena estudiante, Pilar triste, asustada y escupida.
Varios pasos en silencio, tal vez 10, tal vez 25, 50 o 328. Que incomodidad, que salada, se levantó con el pie izquierdo, pero eso le pasa a cualquiera, ahora llega a su casa y se lava la carita y ya.
Detrás de un árbol alguien se movió
-¡ay no!, ¡otro no! dijo Juana
Salió un señor de la nada, muy decente eso si pa que, bien vestido y todo y todo
-Perdón Señoritas
-¿si?
-¿alguna de ustedes quiere hacer el amor conmigo?
Juana soltó una sonrisa, la respuesta era obvia, ¿a este man que le pasa?, y siguió caminando
-¡Juana!, gritó Pilar
-¿que?
-Yo la llamo después
-¿que, qué?
-que después hablamos
Pilar se fué caminando con el señor, unos segundos después le tomó la mano y supo que por mal que parecieran ir las cosas, cuando se presentaran las oportunidades, las aprovecharía.

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