Buscar este blog

viernes, 11 de marzo de 2011
En Chalán los muertos se ponen de acuerdo, o más bien los vivos se mueren en tandas.
Esa semana tres sucreños habían muerto, la primera era Socorro, conocida por hacer los fritos más famosos de Chalán quien había sido atropellada por un camión. El segundo era el hijo de la vecina de doña Miriam que falleció de un dengue hemorrágico y vaya usted a saber que es eso. El tercero era Don Rafa con una muerte que se veía venir y que nadie pudo evitar.

A don Rafa lo velaron el 6 de marzo, y en el entierro se ofrecieron las mejores comidas. Magdalena Montero con quien se había casado 36 años antes, había mandado a hacer sancocho de pescado, ñame, bollo limpio, mojarra negra y un poco de cosas más.

A doña Magdalena no se le veía de anfitriona desde la tarde del 17 de abril del año anterior cuando en pleno desayuno se quitó la medalla que tenía en su cuello desde el matrimonio y anunció que a partir de la fecha Flor, la empleada, tomaría todas las decisiones y María Casquitos, la burra, dejaría la finca.
La Doña había permanecido intacta en su mecedora desde entonces, se levantaba a tempranas horas de la mañana, se sentaba a tejer mientras silbaba y parecía ser inmune a cualquier situación que se presentara en la finca y mucho más a los lamentos de su marido.
Mi amor, ¡me muero! ¡tengo el alma vuelta miedda! gritaba don Rafa y a la seño Magdalena no se le movía ni un solo pelo, seguía en su mecedora como si nada.
A partir de ese abril, todos los días eran iguales en casa de los Martinez-Montero, transcurrían entre don Rafa agonizante y tirado en una cama, doña Magdalena mecida y orgullosa, Flor mulata ardiente y su niñita Sonia de 4 años con cucharón en mano, ausencia de moruno y mostrando el pirigallo.
Don Rafa recibió muchas visitas la semana anterior a su muerte, sus familiares viajaron de todas partes, lo vieron y criticaron la actitud de la Doña que ni se inmutaba frente al sufrimiento del pobre. Nadie sabía lo que le pasaba al hombre pero ya estando en las últimas La seño Magdalena anunció que el día de la muerte habría celebración.

Que vieja de hijueputa decía la gente, ¿cómo quiere celebrar la muerte del marido?

Cuando la Doña se dio cuenta de que su marido estaba pronto a estirar la pata sus ojos se llenaron de lagrimas y por su cabeza empezaron a pasar los recuerdos como fotos uno tras otro: el de cuando se conocieron, el de la noche del primer baile, el del matrimonio, el de la luna de miel, el de las vacaciones en el interior, el de los amigos, el de las noches de pasión, el de las tardes leyendo un buen libro y de pronto apareció el recuerdo que le comprimía el corazón, el de la traición, el de don Rafa haciéndole el amor a María Casquitos. Se acordó de tantas noches sintiendo como el marido se levantaba a las 4 de la mañana y volvía siempre sin respuestas, siempre cansado. Hasta la noche en que ella lo persiguió, y frente a sus ojos don Rafa acariciaba maravillado a María Casquitos, le amarraba las patas a la burra y pasaba los siguientes 20 minutos en escena romántica.

Fue entonces cuando la burra fue desterrada por desleal y el pobre Rafa sumido en la tristeza por la partida de ella se fue enfermando y a pesar de sus gritos desgarradores
- Mi amor, ¡me muero! ¡tengo el alma vuelta miedda!
la casquisuelta no volvió.

Ahora todos recuerdan el día del entierro de don Rafa, en donde hubo comida hasta para botar, donde doña Magdalena salió con maletas para nunca más volver y en su lugar llegó el gran amor de don Rafa, María Casquitos de Martinez con cara de haberla pasado bien en otra finca y luciendo la medalla de doña Magdalena Montero colgada en su cuello.

sígueme

Con la tecnología de Blogger.