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martes, 13 de noviembre de 2012
Los Perros de la Esquina estaban esta semana en la esquina de Corferias. Alberto estaba desde el 4 del mes de mayo puntual a las 10 de la mañana preparando perro con super salchicha, con queso, con papas, con cebolla, piña y hasta mora sin entrar en detalles de todas las salsas habidas y por haber.
Mariana su novia le había prometido acompañarlo hasta el 16 de mayo día en que se acabaría la Feria del Libro.
El plan para la Berta la mamá de Mariana no era el mejor,  su hija salida de cuarto rosa y pijama de Mickey,  con estudio en La Sorbonne de París,  ahora sentada encima de una canasta de botellas de gaseosa acompañando al novio.  Toda esa platica se perdió.
A Mariana le parecía terrible vender comida y mirar tanta gente hambrienta en la calle. Sufría con los indigentes, con los animales, con todos los seres que pasaban frente al carro con letrero "Los Perros de la Esquina" y si fuera por ella ese carro de perros ya habría quebrado porque se la pasaba repartiéndolos a diestra y siniestra a todo el que por allí pasaba con cara de haber tenido hambre.
La noche del 12,  Mariana y Alberto llegaron a su casa acompañados de un perro sucio de 10 centímetros de alto,   una especie de Bobtail miniatura,   un arrastrado y asquerosito canino al que no le cabía un dreadlock más en su diminuta existencia.   El cochino animal había estado cerca de Los Perros de la esquina toda la tarde disfrutando de los desfalcos que hacía Mariana para él.  Parecía no tener dueño y estar acostumbrado a no desperdiciar papayaso alguno en lo que a comida se refiere.
-Comida gourmet para el pequeño Chucky decía Mariana mientras le acariciaba su espantosa pelamenta.   Llenita la pancita y el corazón contento, el callejero no se quiso ir.
Pasaron la noche en vilo,   Alberto no pegó  el ojo con el Chucky inquieto,   desubicado y diarreico de tanto insumo clase alta.  Aullaba sin parar con la fuerza de un lobo como si esperara ser rescatado prontamente.
Siete noches lo tuvo Mariana en su cuarto  y parecieron mil.   Mil días en los que nadie reclamó al ovejero Chucky.   Mil días sin poder dormir.
-No lo podemos tener acá,  Mariana.  No me aguanto un día más a la chanda. Báñalo y déjaselo a Berta para que tenga algo que hacer y deje de llamarte todo el día -afirmó Alberto
-No se si mi mamá lo reciba- contestó Mariana
Las empleadas de doña Berta no habían logrado acostumbrar a Chuky a comer concentrado,   cuando ya estaban preguntando por él en Los Perros de la Esquina.
-Vengo por mi perro-   se oyó a lo lejos una voz ronca proveniente de un  individuo oscuro,  desaseado y oloroso.    Yo soy el dueño de Meme, la mascota que usted recogió.
-Ese perro no tenía dueño señor,  lo tuvimos varios días esperando que alguien lo buscara y nadie apareció,   ese perro cambio de gris a blanco,  está peluqueado y no se llama Meme,  se llama Chucky,  no creo que sea su perro- dijo Mariana
-Es mi perro,  yo tengo todos los derechos del animal,  responde a mi llamado y si tiene larga vida será conmigo.
-Señor que yo no he visto a su mascota, le aseguro que ese no es.   Más bien cómase este perro caliente que debe estar con hambre- dijo Mariana,  entregándole un perro caliente bien cargado
El hombre recibió el perro caliente y se fue diciendo en voz alta,  - Meme te voy a encontrar-.

Alarma en los Rosales,   se encendieron todas al tiempo.  A solo dos meses de la adopción de Chucky su dueño lo encontró y  acabó hasta con el nido de la perra.   Los vecinos dicen que se oyeron aullidos dentro y fuera de la casa durante un buen rato y a cambio del televisor,  computadora,  joyas, plata, vajilla y perro  le dejaron a doña Berta un perro caliente en la cocina con una nota.

-   Me llevo mi perro pero ahí le dejo el suyo.   Gracias por todo







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