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miércoles, 20 de junio de 2012

Era una tarde de lluvia y Elisa la mamá de la pequeña Josefina decidió dejarla en casa de su abuela, porque aunque ella no se encontraba nunca, allí permanecía su tía, Andrea, la hermana menor de Elisa, la última de una tanda de siete. La pequeña Andrea de 9 años se divertía con Josefina bajo el cuidado de Sandra, chocoana mamacita, de piel oscura como la profundidad, quien cantaba con calentura mientras planchaba una tonelada de ropa.
-¡No pase por ahí Sandra! -dijo Andrea varias veces ese día- ahí está la señorita Finny.
Andrea se paraba en una baldosa procurando no pisar raya y aseguraba firmemente que la señorita Finny, su amiga imaginaria, a quien nadie había visto jamás, estaba justo en el cuadrado siguiente.
La señorita Finny, de origen italiano hacía su mejor esfuerzo por enseñarle a la pequeña su lengua natal, todos lo notaban en los largos monólogos que se presenciaban diariamente entre las dos baldosas.
Después del almuerzo y la lucha libre bastante ventajosa en menos de lo que canta un gallo Josefina estaba esposada a la nevera, -no te muevas, mis hombres te estarán vigilando- dijo Andrea imitando una voz masculina, -estás secuestrada-.
Dejó las llaves colgadas en la pared para que la pequeña Josefina pasara tiempo tratando de alcanzarlas y se ganara la libertad, mientras que ella salía de la cocina desapareciendo en la selva amazónica.

Pasadas las tres, llegó Julia, hermana de Elisa y de Andrea, y después de compartir unas galletas con bebida achocolatada decidió partir a la peluquería llevándose a Josefina.

En casa de Elisa recibieron una llamada -Tenemos secuestrada a Josefina, si quiere volver a verla con vida deberá pagar 200 millones de pesos en efectivo a las 8 de la noche en la panadería de las torres de San José, no se atreva a avisar a las autoridades y espere recibir más información en la próxima llamada "ciao"-
Elisa corrió a la casa de Andrea, como solo una mamá desesperada puede hacerlo
- ¿dónde está Josefina?- preguntó a miss Chocó
- a la nena se la llevó tempranito doña Julia
- ¿tu sabes algo, Andrea?, ¿algún extraño llamó acá? ¿hablaste con alguien? ¿sabes para dónde se fueron?
Andrea no supo nada de nada, solo lloraba sin parar por la desaparición de su sobrina.

Elisa corría de acá para allá pensando en cómo pudo haber sido todo, ¿se la arrebataron a Julia? Josefina era su hija adorada, ¿y si le pasaba algo?, ¿y si la torturaban?, ¿y si no lograba conseguirse la plata?
Ella y su esposo tardaron solo tres horas en conseguir la suma para pagar la liberación de la pequeña, un préstamo tras otro, pero la esperada llamada nunca se recibió. A las 8 de la noche un hombre con un maletín con doscientos millones esperaba en la panadería de las torres de San José a alguien que nunca llegó.

A las 9 y 30 de la noche apareció Julia con Josefina, quien estaba realmente feliz por la tarde de secuestros y salón de belleza.
Andrea no recuerda haber armado el acabose, pero existe una gran probabilidad para la familia de que la siniestra secuestradora haya sido la señorita Finny, pues desde aquel día los monólogos de Andrea desaparecieron, todos pueden pisar la intocable baldosa y misteriosamente el italiano se le olvidó.






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