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miércoles, 6 de octubre de 2010
Felipe había crecido al lado de su mamá, era hijo de padres separados y sus remotos recuerdos de la vida en familia se volvieron cada vez más difusos. Su mamá decidió terminar con el matrimonio el día que recibió varias llamadas de una tal Mónica con acento paisa diciéndole que estaba en el hotel "LA GRAN MANZANA", con su queridísimo marido.
Doña Amparo lloró sus lágrimas y después de descubrir los silencios delatores de su esposo, sacó maletas a la calle y "te vi".

En el colegio Felipe no era el más popular, más bien en incontables ocasiones fue motivo de burla de sus compañeros, le daban calvazos, lo ridiculizaban y le hacían el "ÑONGUIS" (dícese del acto de violencia en el que varios hamponcitos agreden a un personaje halándole los calzoncillos desde atrás, de manera que éste, sin poder defenderse suplica inútilmente un poco de misericordia y reza en lo profundo para que la tela se rasgue rápido antes de perder sus huevitas).
En la universidad permanecía más bien solo, estudiaba literatura y escribía poemas de amor. A un amor, al amor de su vida. Cartas a Clarita, la de labios gruesos delineados de carmelito con fondo rosa. Clara la buenona, con pechos como enormes cocos que casi, casi, rozaban sus amígdalas, y nalgas redondas como melones que amortiguaban las palmadas de su tío con el que trabajaba a una cuadra de la casa de Felipe.
Clara recibía cartas anónimas, y aunque quería pensar que eran de Antonio el dueño del taller vecino, su ex, sabía que el único que podría escribirle cosas así era Felipe, todos los demás no pasaban de querer un buen polvo con ella.
Ella tomaba las cartas, todas escritas en papel azul celeste formando figuras de origami. Se sentaba junto a un árbol en la parte de atrás del supermercado, desdoblaba la figura y se sentía feliz de saber que alguien la amaba profundamente.

El tío de Clara le entregó a ella una carta que llegó al supermercado un domingo por la noche y fue dejada debajo de la puerta. Era la hora de concretar un encuentro. Felipe la citó a las 10 y media de la noche del día siguiente en el parque del barrio, y en su carta no escatimó en echarle flores y piropos, en decirle que se moría por besarle su boca y abrazarse a su pecho.

Primer intento: Clara no fue. Felipe sentado en una silla, encuentra justificaciones por la ausencia de ella.
Segundo intento: Clara no fue. Felipe con rabia, se burlan de él una vez más.
Tercer intento: Clara no fue. Felipe siente como si una lanza atravesara su corazón.

Unos días después Clarita recibe un corazón en origami azul celeste, lo desdobla,

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La carta explotó llevándose un corazón azul y otro rojo. Algunos trozos de clara quedaron en el piso y el pecho enorme como coco colgaba del árbol en la parte de atrás del supermercado.

la silicona fué bajada por Felipe quien llora amargamente de arrepentimiento y duerme con ella para poder estar abrazado al pecho del amor de su vida.

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