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lunes, 21 de junio de 2010
Para ser franca, no le disgustaba la idea de abrirle las piernas a un desconocido. Era cierto. Carolina respetaba el trabajo de las putas de convicción, las que tienen el coraje de tomar la decisión y asumirla, las de las luces moradas en la puerta, las de minifalda y botas, las del Bois de Boulogne, las de la 22, las de la Rue de Berne, las de La Piscina.
Pero ella no era de esas, no tenía el coraje para ser una puta consagrada, sufría de esporádicos ataques de angustia que en ningún momento podrían ser la excusa para un borracho pesado y arrecho. Como si fuera poco los 14 kilos de más adquiridos en el país del chocolate sumados a los tantos otros obtenidos en años enteros de sedentarismo, no le permitirían jamás, ni leyendo el Kamasutra, ni viendo Arte y Sexo o Cabalgata Anal, tener más de tres relaciones por semana.
Pero existía una tercera razón, y era la más fuerte, la que ella no aceptaría jamás. Se trataba de sus remordimientos de consciencia. Sólo ella los conocía, pero acabaría la vida sin aceptar que eran parte de su personalidad. Como si el arrepentimiento hiciera parte del camino al reino de los cielos, como si torturarse después de un placer, aunque fuera a mínima escala, le permitiera la gloria eterna.
Ésta era la verdadera razón para no ser puta. Cómo poder ejercer sin joderse el coco cuando se sabe a ciencia cierta lo que es correcto y lo que no.

-D'acord -dijo.
“Y si estoy equivocada”, pensó. “Y si no quiere que me quite la ropa y lo hago ahora?”.
“A la lata”, se dijo quitándose los calzoncitos negros de puntos rosados que llevaba puestos y que, claro, hacían juego con el brasier, o corpiño que llaman en las tierras del sur, pues si algo le habían dejado sus amigos de universidad era la clara conciencia de lo espantoso que es empelotar a una vieja y verle las nalgas forradas en un color y las tetas en otro.
Se sentó y sintió un frío profundo. Segundos después, una gota de sudor rodaba ya por su espalda. Abrió las piernas y apareció el reflejo poniendo una muralla y juntando las rodillas. Carolina se relajó sin perder la esperanza de un cambio de método repentino, una innovación, y por qué no habría de pasar, estaba en Suiza, un país rico del primer mundo y sobretodo abierto a las últimas tendencias alternativas. Todo era posible.
Él la tocaba con movimientos claros, ¿no pensaba acabar?, llevaban casi 45 minutos.

Por otra parte, en caso de que decidiera ser puta, ¿esto le daría para tener el status que quería?, ¿al que estaba acostumbrada?, ¿podría viajar a la India o tener el café que había soñado? Lo había pensado varias veces pero para esto era necesario ganar en francos suizos y si en algo depositaban los suizos su plata era en el banco y en las masajistas eróticas.

Siete pasos hasta salir de ahí, y entonces supo que todo había terminado. Esa agonía llegaba a su fin. Ya la conoció, ya le revolvió los más íntimos secretos, ya vio su parte más primaria, sus escondites más profundos y misteriosos. Ahora que todo estaba ahí al tacto, ahora sí podrían hablar claramente.
Pero el silencio se eternizó.
Ella se subía despacio las medias de lana negras, mientras pensaba en cómo había hecho para sobrevivir todos esos meses con temperaturas bajo cero, mientras sus mañanas sólo le recordaban el olor del campo de Colombia.
Había salido de allá por voluntad propia, había hecho maletas, y se había ido a la mierda, atravesando un mar lleno de sueños, caballitos de mar, y un sinnúmero de espejismos.

Fue a la primera cita tres semanas antes y casi obligada tomando la decisión después de varias noches de no conciliar el sueño.
-En qué puedo ayudarla señora.
-Necesito que alguien me diga qué me pasa.
-¿Síntomas?
-Me duelen... (¿como se dirá tetas en francés?) -sin encontrar la respuesta no le quedó más remedio que señalarlas.
-Ah, es que no puede respirar.
-Sí, sí puedo respirar.
-¿Tiene oprimido el pecho?
-No, no tengo oprimido el pecho.
-Ah, ¿siente algo en las costillas?
-No, no siento nada en las costillas, simplemente me duelen las tetas en francés.
-¿Es usted víctima de maltrato?
-¿Qué?
-¿Ha sido usted víctima de violencia intrafamiliar?
-No.
Mirando el dossier y confirmando su estado civil, dijo:
-¿Su esposo jamás la golpea?
-Nooooo.
-Entonces le voy a pedir que me acompañe para realizarle una serie de exámenes que estarán listos a finales de la próxima semana. Cuando salgan yo la llamo.
Cosa que nunca pasó.

Si tomara la decisión algún día, si venciera la naturaleza y decidiera entrar en acción, como puta trabajaría sólo en las noches, y documentándose bien tal vez cuatro por semana. El horario estaría restringido máximo cinco horas por noche. Sería una puta con carácter y se daría el gusto de mandar al carajo a los clientes insolentes, a los que se afeiten el pecho, y a los que les gusta por atrás. Conciente de su gordura, se compraría ropa ajustada pero no tanto, que le entallara pero no tanto, que le resaltara el par de nalgas pero no tanto. Tal vez continuaría en su vida de puta como lo había hecho hasta ahora, perteneciendo a los puntos medios. Desde siempre había sido así. Era alta pero no tanto, era bonita pero no tanto, era culta pero no tanto. No esperaría a trabajar para comprarse lo más importante en formar parte de su nueva colección: sería un corset de cuero, “en donde se me vean las tetas” pensaba, que sirvan para algo, pues bien grandes que las tenía, y hasta ahora las encontraba más bien estorbosas. Con el tiempo Carolina mandaría a hacer muchos pares de botas de drag queen, las había visto en el 7 de agosto en Bogotá, y ya tomada la decisión podría estar viajando para comprar todo allá. Era obvio que para eso tenía que recolectar algo de plata antes y mantenida por el gobierno suizo la cosa estaba de para arriba.

La segunda vez había ido al Hospital Cantonal de Ginebra para hacerse los exámenes, y después de que el pecoso de la recepción la mandó al tercer piso tuvo la suerte de dar con una enfermera decente.
Que cómo estaba, que si la habían tratado bien, que después podría ir a comer algo pues ya eran las diez de la mañana y suponía que tenía hambre, y acabó con una enorme sonrisa en donde dejó ver sus blanquísimos e higiénicos dientes, paso clave para la confianza absoluta.
Pero qué infame engaño, con su hermosa sonrisa Miss Suiza echó a perder años enteros en los que Carolina había protegido sus límites, años en los que evitó cualquier tipo de incidentes que la hicieran cortarse o abrirse una herida.
Miss Suiza llenó casi dos litros con una sangre que para sorpresa de Carolina no era azul y que no sirvió para descifrar por qué diablos le dolían sus teticas.

Se cambiaría el nombre, pensaba, “MIREYA tal vez, si trabajo en Suiza ese me quedaría bien. Me dejo crecer el pelo, recupero las habilidades para el baile aunque me toque bailar Bachata, y de mi boca saldrá la palabra PAPI con mucha naturalidad”.
Si por el contrario mi destino está en algún país suramericano, o mejor, en el primero de arriba abajo, al que había jurado no volver, no nos digamos mentiras en Colombia nos morimos por todo lo que no parezca nuestro, así que rápidamente dejaría ver mi piel de rana platanera, me llamaría NANETTE, utilizo mis conocimientos en francés dejando un acento sexy y me vuelvo una mona de droguería. Eso sí, tendría unas uñas muy rojas con las que iría dejando marcas en todos los comensales.
Era cierto que debía aprender un lenguaje muy particular y se preguntó si podría encontrar una guía, tal vez unos fascículos o videos para hacer el master intensivo en prostitución. De alguna manera se logra, era una de las actividades lucrativas más antiguas y conocía de ella varios títulos. Ahora sólo habría que ver si aparecían las palabras exactas. “Yo creo que hay unas claves. Lo demás se adquiere con la espontaneidad y la experiencia”, pensaba y, dejando volar su imaginación, hacía una lista que en orden de importancia era así:

NUNCA HABÍA VISTO UNO TAN GRANDE!
LE DIJE QUE NO TAN DURO (POR SI ANDABA DE BRUSCO)
NO, NO, NO, ESO NO ESTÁ INCLUIDO ( POR SI SE LAS DABA DE AVISPADO)
NO PAPITO NO SE PASE, TAMPOCO
YA LE DIJE QUE NO ME TOQUE LAS PIERNAS
NO GRACIAS PAPI, USTED Y YO DE AMIGOS SÓLO EN LA CAMA

Y después vendrían todas las que hacen énfasis en quién lleva la batuta. Era necesario entender que Mireya era la autoridad, pero para que se manejara a nivel inconsciente era el momento de tutearlo:

ARRODÍLLATE, ACUÉSTATE, QUÍTATE, CLÁVAME CONEJITO. HAZME GEMIR, GRITA... GRITA... GRITA, RÁSGAME, MÉTEME TU PIJA, FÓLLAME, PELLÍZCAME, NO ME BESES, TIÉMPLAME, OHH SÍ, SÍ, SÍ, SÍ BABY, SÍ... PERJUDÍCAME, YA TERMINASTE???...

Hay algunos que dicen que uno conoce bien el idioma cuando ya piensa en ese idioma, pero hay otros que afirman que cuando uno sueña en ese idioma comienza a tener el dominio de la lengua, “pero de acá a que yo sueñe tirando y murmurando palabras en francés pasarán años”. Era necesario entonces culturizarse un poco.
“Qué cosa tan jodida”, pensó, cargar con los remordimientos de placeres que no me placen, cargar con deseos frustrados de frustraciones ajenas y babas en la almohada que no son de mi amante...

Él abrió su boca y se elevaron al viento las palabras que revelaron el éxito de su tercera cita:

-Vouz êtes en cinte.
Efectivamente, usted esta embarazada señora.

Y ella como si lo hubiera estado esperando toda la vida, como si hubiera nacido para ser mamá soltó un enorme suspiro de felicidad.

LLEGÓ CON ESO EL MOMENTO PARA CELEBRAR, UNA LUZ MORADA ALUMBRÓ TODO SU CUARTO, ERA EL MOMENTO DE BOTAS QUE LE TAPARAN LAS RODILLAS Y UN CORSET LUJOSÍSIMO QUE SERÍA LA EXCUSA PARA APRENDER LA PAJA RUSA.

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