Buscar este blog

jueves, 28 de octubre de 2010
Te levantarás de la cama una vez termines tu croissant, tienes el tiempo contado para quitarte la barba, para ponerte la espuma, pasarte la máquina y cortarte un pedazo. Tomas un baño de agua tibia y ya está. Te vas a repartir desayunos a La Perseverancia donde las monjas, luego irás a visitar a los presos de la picota o a los ancianos de Ciudad Bolivar con un grupo de norte americanos, al final de la tarde viene tu curso de escritura creativa y terminarás el día cenando en algún restaurante italiano con una tía como yo .
Un tío como tu en un sitio como este se dedica a sobrevivir. Estás en un hotel en algún barrio en Bogotá, retando la suerte, retando el destino y si la cosa se pone dura eres amigo de todos a los que llamas desechables y tu tiquete de avión a España está listo por si empiezan los disparos.


Me levantaré de la cama una vez termine mi almojábana, tengo el tiempo contado para depilarme las piernas, para ponerme la crema, pasarme la máquina y cortarme un pedazo. Tomo un baño caliente y ya está. Me voy a desayunar con mis amigos, luego contaré historias con los de teatro, al final de la tarde me enteraré de tu curso de escritura creativa y terminaré comiendo en algún restaurante italiano con un tipo como tú.
Una vieja como yo en un sitio como este se dedica a vivir. Estoy en un apartamento en algún barrio en Bogotá, volví hace un tiempo de tierras cercanas a la tuya en donde sobreviví a la nada, al vacío y al blanco intenso de la nieve. Reté mi suerte, mi naturaleza. Y si la cosa se ponía dura era amiga de todos los inmigrantes y mi tiquete de avión a Colombia estaba listo por si empezaban los disparos.



Entro a tu hotel después de un recorrido por La Candelaria en donde te sientes como en casa y yo claramente sigo siendo una turista a pesar de los buenos tiempos que he pasado allí. Me cuentas de tu compañero suizo que ha sido enviado a catar todo lo que se encuentre y a unirse al club de narices sangrientas. Yo por mi parte te cuento que la primera vez que vi la cocaína fue en Europa en donde mis investigaciones acerca del suicidio me llevaron a aceptar pegarme un tiro en un baño con otras cinco personas. Menos mal esto resulto en una larga fila de polvito blanco al que me pude rehusar fácilmente sin escándalos ni juicios eternos que hubiera podido recibir si me hubiese hecho una suicida desertora.

Entre palabra y palabra pienso en los españoles en tierras americanas, en lo que tengo por si acaso un trueque y te juro que no tengo nada, que no hay riquezas en mis haberes y para sorpresa mía el que está preparado para que lo atraquen eres tú. Sonrío y te contesto que te cuides que si no te han atracado en mes y medio tal vez lo haga yo esta misma noche aún a sabiendas que no tienes ni un maravedí.
Cuando sales para encontrarte con tu suizo alucinógeno aprovecho y esculco lo que puedo. Eres un caudillo, lo sé. Y me he propuesto encontrar señales que den crédito a lo que pienso.
Reviso todo tu armario tratando de atar cabos, no sé por qué llegaste acá, ni que riquezas buscas, me han dicho que conociste 5 colombianos y todos inteligentes, entonces has tomado la decisión de venir, para mi esto sigue siendo una fachada y en algún lado debes tener las armas, viniste para la conquista de las indias. Lo sé.

Llevo varias horas en tu morada y ya entra la luz por la ventana, mi búsqueda paró hace rato después de encontrar que tus armas son un arrume de libros y que no tienes reloj sino un astrolabio.
Lo siento, me equivoqué, realmente no tienes ejército simplemente viniste con La Pinta te encontraste con La Niña y con ayuda de La Santa María te metes en los barrios de furia. Ahora si sé con certeza que estás dedicado al viaje y a hacer turismo en las cárceles como Miguel Hernandez. Con un poco más de suerte que él.

sígueme

Con la tecnología de Blogger.