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miércoles, 28 de abril de 2010
Todo el mundo se preguntaba de que se trataba todo eso, alboroto,exclamaciones y murmullo en el pasillo del tercer piso de la San Ignacio.
86 metros de lanas comunicaban la habitación 327 con la sala de neonatos, más exactamente entrando a la derecha y después de pasar los primeros tres chiquitos a la izquierda hasta el fondo, la incubadora de Juan Martín.
Ahora Erika soportaba mucho mejor el dolor, el martes cuando le sacaron a Juan Martín de su panza, Erika alcanzó a ver la nariz de su amor repetida en la del chiquito, pero fue en fracción de minutos que los separaron y mamá y el recien nacido daban gritos aterradores. El bebé con su llanto alcanzaba notas inalcanzablemente altas y Erika escudriñaba en la profundidad de los tonos bajos y desgarradores.
Erika tomó entonces la desición de tejer y en un par de horas su obra estuvo lista.
De un lado del pasillo en la sala de neonatos...a la derecha, a la izquierda y al fondo estaba Juan Martín con un saco de lana que le traía todo el calor de la panza de erika de la que había salido un día antes, y del otro lado del tejido, en la habitación 327 Erika se calentaba con otro saco igual que le pasaba todos los movimientos y sensaciones que experimentaba el recién nacido.
86 metros de amor entrelazado, otro cordón umbilical y los dos durmiendo en absoluta tranquilidad en los extremos del pasillo del tercer piso de la San Ignacio.

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