sábado, 16 de agosto de 2014
13:03 | Publicado por
María José Tafur Bonnells |
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No estás y me duele el segundero. No estás aún sabiendo que son mis
miedos hablándole a tus miserias.
Yo me vuelvo creyente y suplico y suplico que no soportes sin mí. Que no hagas caso a mi instinto de
conservación. A tu salvarte de
querer. No estás, entonces lo soportas. Todo es igual. Nosotros y nuestros demonios.
Tal vez nos arrepintamos como pocas veces de quedarnos con
ellos y no con nosotros. Y nos
abandonamos. Y me duele. No estás
para otra noche en las habitaciones perdidas, para dejar besos etílicos en los rincones. Volverás con superpoderes, pero conmigo no estás para no correr el
riesgo de no irte.
Y recuerdo que
me ha dolido desde siempre que no estés porque no te conocía, porque no pensé que existieras y
porque te vas. Mañana otra
mañana, la luz, el sol y todo el
rosa que se sigue destiñendo con el segundero y sin que lo hayas visto. Tal vez lo olvides. Yo lo escribo para que a mí no se
me borre, en el día nacional de la esperanza, y lo guardo, y cargo cada letra
para acordarme de que me sorprendí queriendo oler estas montañas que traen
sufrimiento e injusticias,
queriendo "matarme contigo si te mueres" Queriendo creer que existe algo que me
hará desempacar mis maletas en este país que adolezco, añorando que tu seas una vez más mi
instante feliz.
Y tu soportas y empacas maletas para no quedarte aunque ya
pienses en volver cuando no haya remedio.
Cuando tu alma te pase la cuenta de cobro.
Yo quiero que suceda lo inevitable el viernes santo, como me han dicho que pasa, y que el destino decida por tí, por mí.
No estás y te pienso y no estás y te siento con la intensidad que me siento yo
misma. No logro saber como
se vive sin mí. No logro saber como se vive contigo y ahora sin tí. No estás. Nos dejamos en el umbral, en el borde entre la noche y el
día, entre el "dame la
mano" y el "vete al infierno". Me culpo por no tenernos. Te culpo por escoger entre tus
soledades y yo. Y me duele el
segundero. Saliste porque te dejé dormir del lado
izquierdo del lecho y del pecho, del lado de la puerta, del lado melancólico del corazón
y ahora no estás. Y me duele el
segundero.
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